Más allá de la calidad de nuestros aceites, nuestras mantecas, nuestros oleatos o aditivos naturales, existe un ingrediente del que pocas veces se habla, que no enseñan en la mayoría de los talleres, sin embargo, para mí es de los imprescindibles.
Nosotros y cuanto nos rodea somos energía, todo en el universo tiene una energía y vibración determinada, esta energía incide directamente en nuestro día a día y por lo tanto en nuestras creaciones o elaboraciones.
Los cambios o fases de la luna, un eclipse, un cambio de estación, un solsticio, todo influye en nuestro sentir, en nuestro estado de ánimo, en definitiva, en nuestra vibración, aunque muchas veces no seamos conscientes de ello.
Si hacemos un oleato para aprovechar propiedades de las plantas en nuestros jabones, el momento en que recogemos esa planta, el lugar donde vive y crece la planta, su tratamiento durante todo el proceso de recolección, el cómo nos sentimos nosotras en cada etapa de elaboración de ese macerado, hasta que lo usemos en un jabón, toda esa vibración también es recogida y estará y presente en el resultado final.
Te pongo un ejemplo, para que lo entiendas mejor: piensa una comida o un bizcocho, ese que siempre te sale de 10, con el que siempre quedas bien, con el que siempre triunfas. No te pasó alguna vez que lo hiciste un día que estabas alterada, en el que tuviste una discusión o tenías una preocupación, o te sentías enojada. Ese día, esa comida o bizcocho sale fatal, un bizcocho que no sube, que queda apelmazado y te preguntas ¿Cómo es posible? Revisas la receta para cerciorarte si pusiste todos los ingredientes, compruebas que no te quedó nada por añadir, no cambiaste las marcas de los productos, no alteraste el orden, es la misma receta, la que hiciste mil veces ¿Qué pudo pasar? Tu energía no era la adecuada, no disfrutaste la elaboración, lo hiciste en automático, con el ceño fruncido y el resultado final se vio alterado.
Esto mismo pasa con nuestros jabones, personalmente me gusta utilizar los cambios de energía, principalmente de la naturaleza, para crear jabones cargados con una energía determinada, unos jabones donde la música que suena durante la elaboración, los colores, los aceites seleccionados, la sinergia de aceites esenciales, mi energía personal… ¡TODO! sume al producto final.
Crear un jabón, que además de limpiar físicamente, también ayude a conectar con las emociones, donde a través de sus colores puedas evocar un paisaje determinado, o te trasladen a un espacio que para ti tenga una connotación positiva. Un jabón que en la ducha emane un aroma que te acompañe en un viaje hacia un momento concreto, una persona o situación especial, capaz de conectar con una época en la que te sentías feliz o te lleve a recordar seres queridos que ya no están en tu presente…
Masaru Emoto, nos mostró como la energía puede incidir directamente en la estructura del agua, como una energía densa desfiguraba las formas geométricas que mostraba el agua pura, cargada con energías positivas. Nosotros somos 70% de agua, las energías inciden en nuestro estado de ánimo…
En ocasiones me muestran un jabón que a priori está bien realizado, pero cuyo resultado no es el esperado. Siempre analizo qué pudo pasar, para mostrar a la persona lo que debe corregir. Sí bien es cierto, que algunas veces la causa o error está en el proceso de elaboración… Otras veces, nada justifica ese resultado, no existe error de formulación, ni de pesado de ingredientes, ni en la ejecución…
En esos casos, el estado de nerviosismo, el miedo, el estrés que genera las primeras veces que hacemos un jabón, es la causa de ese resultado, por lo tanto, antes de iniciar una elaboración, es imprescindible observar cómo te sientes, dedícate un momento para escuchar tu interior.
También nos influye nuestro entorno, nuestra zona de trabajo, el poder transformar esa estancia durante el proceso de elaboración, en nuestro “espacio sagrado”, un lugar donde nada interrumpa el momento, donde podamos dar rienda suelta a nuestra creatividad, donde podamos sentir la energía del universo acompañando nuestros movimientos…. Es muy importante el lugar y momento elegidos para estar a solas con nosotras mismas, debemos ser capaces de encontrar nuestro tiempo.
Cuando os digo que el momento de elaborar un jabón es para mí “un momento de valor” realmente lo siento así, es pasión, disfrute, calma, conexión, es vivir con intensidad el momento, es vivir en presente.
Te invito a que planifiques tu siguiente jabón con tiempo, que visualices los colores, la técnica, la música… ¿A qué huele? Sí, sí… cierra los ojos, concéntrate en sentir la sinergia aromática ¿qué momento o lugar quieres recrear? ¿A dónde querrías viajar con él en la ducha? Siéntelo, respíralo, sin límites…
¿Lo tienes? ¡Fantástico! Ahora sólo te queda hacerlo palpable, tangible, real, burbujeante.
Este tipo de creaciones van más allá de la técnica, son jabones pensados para sentir, para vibrar en esa energía en la que fueron creados.
Esa energía de luz, ilusión, esperanza, amor, calma… es la que podrás sentir tú y las personas que se vean beneficiadas con alguna de tus pastillas.
En las fotos que acompañan este artículo, puedes ver espacios naturales, rincones y momentos que me inspiraron a crear algunos jabones especiales, para hacer sentir, para disfrutar, para ser vividos.