Ellos también lo piden. Siiii, aunque no usen palabras, los animales también piden Reiki. Y lo hacen a su manera: con miradas, con gestos, con su cuerpo. Ellos están mucho más conectados con su instinto, su cuerpo y su energía de lo que solemos estar nosotros.

Los animales se autorregulan de forma natural. Cuando han pasado por una situación de tensión o estrés, se sacuden para liberar la energía acumulada. Cuando tienen hambre, comen. Cuando su cuerpo se lo pide, descansan. Se permiten sentir sus necesidades y las atienden sin cuestionamientos. Están en sintonía con los ritmos de la naturaleza y saben escucharse.

Pero… ¿qué pasa cuando viven con nosotros?

Los animales domésticos muchas veces ven modificados estos instintos naturales. Comen lo que les damos, en los horarios que marcamos. Su actividad física es más limitada y, lo más importante: absorben nuestro entorno emocional. Captan nuestras tensiones, nuestro ritmo acelerado, nuestras preocupaciones… y todo eso, lo sienten y lo somatizan. Ahí es donde el Reiki puede convertirse en un regalo para ellos.

Reiki como herramienta de equilibrio para los animales

El Reiki puede ayudar a cualquier animal —doméstico o no— a recuperar el equilibrio energético, calmarse, liberar bloqueos o incluso acompañar procesos físicos. Pero es esencial entender algo importante: no imponemos el Reiki. Lo ofrecemos.

Aunque nosotros, como terapeutas o acompañantes, podamos intuir que el animal lo necesita, es él quien decide si desea recibirlo, cómo y durante cuánto tiempo. El respeto y la escucha son la base de todo trabajo energético con animales.

Al comenzar una sesión, como hacemos siempre, pedimos permiso. No sólo al tutor del animal, sino también a su ser. Es una comunicación sutil, energética, que se entrena con la práctica y la sensibilidad. Muchas veces la intuición nos da una respuesta clara: una mirada, una aproximación, una postura corporal… Ellos nos lo hacen saber.

Cada animal es un universo. Cada ser tiene su manera de recibir. Algunos animales, como perros y gatos, se acercan en cuanto nos disponemos a hacer Reiki, incluso si es un autotratamiento. Se acomodan junto a nosotros, se relajan y, a veces, colocan su cuerpo justo donde quieren recibir energía.

Otros prefieren observar desde cierta distancia y acercarse solo cuando lo sienten seguro. Los caballos, por ejemplo, son increíblemente sensibles. Muchos de ellos responden al Reiki de una forma tan intensa que no hace falta tocarlos; basta con estar cerca, emitir la intención y el campo energético se alinea.

¿Cómo se hace una sesión de Reiki a un animal?

Si el animal lo permite, podemos aplicar Reiki de forma directa, colocando nuestras manos sobre su cuerpo, recorriendo desde la cabeza hacia el chakra raíz (ubicado cerca de la base de la cola). En perros y gatos, lo ideal es comenzar el tratamiento desde el chakra braquial (complementario del chakra corazón). 

Pero si no desea el contacto físico —algo muy común, sobre todo en animales que han sufrido traumas o están enfermos—, hay otras formas igual de efectivas.

Una de ellas es la técnica llamada Beaming, que puede practicarse incluso desde el primer nivel de Reiki. Se realiza situándose cerca del animal, un poco apartado, y colocando las manos juntas por las muñecas con las palmas abiertas hacia él. Las manos actúan como una especie de “antena” que emite la energía Reiki, sin necesidad de tocar.

También puede utilizarse el Reiki a distancia, especialmente si el animal se encuentra muy alterado, está en una clínica veterinaria o simplemente no tolera la presencia directa.

El Reiki como vínculo de amor

Ofrecer Reiki a un animal es mucho más que aplicar una técnica energética. Es un acto de amor, de respeto profundo y de conexión con lo más puro de su esencia. Es estar presentes sin expectativas, ofreciendo calma, compañía y sanación.

Y si tienes un animal en casa, tal vez te sorprendas. Porque muchas veces, cuando menos lo esperas, será él quien se acerque, busque tus manos… y te pida, sin palabras, ese momento sagrado de conexión.